jueves, 21 de enero de 2010

Fosas comunes reciben a decenas de miles de muertos

Puerto Príncipe. Agencias.

21 enero de 2010
 
Las cuadrillas de rescate excavaban fosas colectivas en una colina al norte de la capital haitiana con topadoras para enterrar a 10.000 víctimas del terremoto, mientras los socorristas advirtieron que la cifra de muertos podría aumentar.
Las clínicas médicas tienen listas de espera de 12 días, muchos heridos padecen infecciones por la falta de tratamiento y los campamentos improvisados que alojan a miles de sobrevivientes podrían ser caldo de cultivo para la propagación de enfermedades, dicen los expertos.
"El próximo riesgo para la salud podría incluir brotes de diarrea, infecciones de las vías respiratorias y otras enfermedades entre cientos de miles de haitianos que viven en campamentos atestados con poca o ninguna higiene", dijo el doctor Greg Elder, vicedirector de operaciones de Médicos sin Fronteras en Haití.
La cifra de muertos se calcula en 200.000, según cifras del gobierno haitiano difundidas por la Comisión Europea, de ellos 80.000 enterrados en fosas colectivas. La comisión calcula que hay dos millones de desamparados y dice que 250.000 necesitan ayuda urgente.
En la explanada escasamente poblada de Titanyen, al norte de Puerto Príncipe, los enterradores dijeron el miércoles que la tarea macabra de manipular la llegada incesante de cadáveres era traumatizante.
"He visto tantos niños... De noche no puedo dormir y, si lo hago, es una pesadilla constante", admitió Foultone Fequiert, que se cubría el rostro con una camiseta debido al hedor de los cuerpos en descomposición.
Los muertos sobresalían de las tumbas colectivas: pilas de miembros de hombres, mujeres y niños. "Ayer solamente recibí 10.000 cadáveres", dijo Fequiert.
Los trabajadores dicen que no tienen tiempo para dar entierros religiosos ni seguir los consejos de la comunidad internacional de que se entierren los cadáveres en tumbas poco profundas de las que sus familiares puedan extraerlos en el futuro.
"Nos limitamos a arrojarlos y a cubrirlos", dijo Luckner Clerzier, que orientaba a los camiones a dirigirse a otro sitio donde dejar su carga macabra.
Un reportero de la Associated Press contó 15 montículos funerarios en el lugar donde estaba Clerzier, cada uno de ellos con fosas de 8 metros (25 pies) de profundidad y una altura de 4,5 metros (15 pies). En la fosa colectiva mayor, donde trabajaba Fequiert, tres topadoras abrían largas fosas a la espera de más cadáveres.
Más de ocho días después de un devastador terremoto de magnitud 7, los rescatistas seguían buscando hasta la noche en busca de sobrevivientes con perros entrenados y equipos con sonar. Una cuadrilla de rescate del condado de Los Angeles envió a tres perros por separado en una esquina de Petionville, un suburbio de Puerto Príncipe. Cada uno de los animales olfateó a personas con vida en un sitio.
Los trabajadores llegaron al lugar cubierto de escombros y gritaron en un creole aprendido: "Si me oyes, golpea tres veces". No oyeron ninguna respuesta pero prometieron continuar.
Se informó de un rescate. El Cuerpo Médico Internacional dijo que estaba atendiendo a un niño hallado entre las ruinas el miércoles. El tío del pequeño dijo a los médicos y una enfermera con la organización con sede en Los Angeles que sus familiares extrajeron al niño de cinco años de entre los restos de su casa después de una búsqueda de una semana, dijo Margeret Aguirre, una portavoz del CMI en Haití.
Una agencia de adopción holandesa dijo el jueves que un vuelo con 106 niños adoptados viajaba a Holanda desde Puerto Príncipe. Los niños a bordo estaban todos en proceso de adopción y ya tenían asignadas familias holandesas antes del terremoto.
Esperan agua y víveres
La esperanza de hallar supervivientes bajo los escombros en Puerto Príncipe disminuía este jueves, nueve días después de un devastador sismo que seguía movilizando a socorristas y a la comunidad internacional, llamada a lanzar "un plan Marshall" para reconstruir a Haití.
Cientos de miles de haitianos, en la capital y el interior, seguían esperando, a menudo en condiciones de higiene espantosas, y atenaceados por el miedo a la violencia, que la ayuda internacional les aportase agua y víveres, un día después de la réplica más violenta del sismo del 12 de enero.
Estados Unidos, en el papel de encargado de la logística, espera terminar "muy pronto" la etapa de búsqueda de supervivientes para pasar a la siguiente: recoger los cadáveres y despejar de escombros la devastada capital.
Ayer, hubo aún unos pocos rescatados, a quienes se considera "vivos por milagro". Desde el inicio de las operaciones, según la ONU, un total de 121 personas fueron extraídas con vida de entre los escombros. Telle Mendji Bahina Sanon, una haitiana de 11 años, fue encontrada viva el miércoles al anochecer después de pasar ocho días bajo los restos de su casa.
Pero las posibilidades de supervivencia de las víctimas son escasas después de más de una semana, y los 43 equipos internacionales que trabajan en la isla, con casi 1.800 socorristas y 161 perros, saben que están luchando más que nunca contra el reloj.
En Puerto Príncipe, ocho hospitales, la mitad de los cuales son estructuras de campaña, están funcionando, además del barco-hospital norteamericano "Comfort", que tiene mil camas. Los balances provisorios de la catástrofe provocada por un terremoto de magnitud 7 seguían siendo de unos 75.000 muertos, 250.000 heridos y un millón de personas sin vivienda, según el servicio de Protección Civil de Haití.
Sin embargo, el general Ken Keen, que dirige la fuerza especial estadounidense en Haití, adelantó como "hipótesis de trabajo" la cifra de 150.000 a 200.000 muertos.
Unos 400.000 habitantes de Puerto Príncipe se instalaron en uno de los 300 campamentos improvisados por la ONU. Las condiciones de higiene son allí abominables: las mujeres se lavan cerca de las inmundicias, los niños hacen sus necesidades en medio de los demás siniestrados y el agua que se bebe no es potable y provoca diarreas e infecciones.
Los damnificados carecen de todo y los que lograron hacer acopio de agua, víveres o gasolina los venden a precio de oro, desencadenando una disparada de los precios.
"Si no hay distribución rápidamente, la seguridad se deteriorará, porque la gente tiene hambre y sed y las bandas de delincuentes han regresado", advirtió el jefe de la comisaría de Cité Soleil, una villa miseria de Puerto Príncipe que no sufrió grandes daños con el terremoto.
Soldados estadounidenses fuertemente armados de la 82ª división aerotransportada patrullaban a pie las calles comerciales del centro para disuadir a los saqueadores, a menudo sin éxito.
En el interior del país, dos camiones cargados de alimentos no pudieron entregar ayer su preciosa carga en Leogane, a 30 km al oeste de Puerto Príncipe, debido a las peleas entre la muchedumbre. El general Keen reconoció que la coordinación de los socorros es ahora "uno de los principales desafíos", así como garantizar la seguridad en los lugares de distribución, para evitar "motines".
El ejército norteamericano, que enviará 4.000 soldados suplementarios, llevando sus efectivos a 15.000 -y que cuenta además con 20 buques, así como un portaaviones a propulsión nuclear- anunció para mañana la reanudación de los servicios del puerto de la capital, donde un barco francés descargó ayer ayuda humanitaria. El acceso al puerto permitirá desatascar el tráfico en el aeropuerto de Puerto Príncipe, donde por el momento convergen tropas, material y ayuda humanitaria.
El director general del Fondo Monetario Internacional (FMI, Dominique Strauss-Kahn, llamó a la comunidad internacional a lanzar "una especie de Plan Marshall" para Haití, inspirado en el plan de ese nombre que permitió reconstruir Europa occidental tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Haití recibió hasta ahora promesas de donaciones de más de 1.200 millones de dólares, según la ONU. En Estados Unidos, más de 22 millones de dólares de donaciones fueron recogidos únicamente por mensajes de texto telefónicos.
En América Latina, el líder de la izquierda radical, el presidente venezolano Hugo Chávez, acusó a Estados Unidos de querer "apoderarse de Haití sobre los cadáveres y las lágrimas de su pueblo". Su aliado boliviano Evo Morales quiere pedir a las Naciones Unidas una "reunión de urgencia para rechazar" lo que calificó de "ocupación militar" norteamericana de Haití.
Brasil, que está al mando del contingente militar de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (MINUSTAH), tiene intenciones de duplicar su contingente, que pasaría de 1.300 a 2.600 militares.
Espíritu de guerra importada recorre Haití
Con una sonrisa irónica, y luego un movimiento de manos pidiendo nos alejáramos, respondió este jueves a Prensa Latina uno de los soldados de la 82 División Aerotransportada de Estados Unidos, ante la pregunta de en cuál guerra participaría en Haití.
El militar viajaba en una de las caravanas del Pentágono en las cercanías del aeropuerto internacional Toussaint L'Overture, armado, al igual que los miembros de su unidad, con fusil M-16, tal como si su presencia en el devastado país estuviese motivada por un conflicto bélico y no por un terremoto.
El convoy, con destino desconocido, lo integraban varios camiones y vehículos Hummer, tradicionalmente utilizados por las fuerzas armadas norteamericanas en sus despliegues ofensivos ultramarinos.
¿"Qué hacen ustedes aquí, a cuál guerra se dirigen con esas armas?, le preguntamos, aprovechando que nuestro vehículo se cruzó con el camión militar en uno de los tantos congestionamientos viales que por estos días imponen a Puerto Príncipe una mayor imagen de inamovilidad.
La interrogante, aunque no provocó respuesta verbal alguna, si generó un evidente malestar entre los uniformados, cuya presencia en esta ciudad, ataviados con fusiles y ametralladoras es cada día más cuestionada.
Dos helicópteros de Estados Unidos descendieron este martes en los jardines del desplomado Palacio Nacional, maniobra que generó expectativas entre los miles de personas que permanecen en la plaza Champ de Mars, pues llegaron a pensar que las naves venían cargadas de ayuda.
Según testigos, de los helicópteros descendieron varios soldados que se dirigieron al hospital militar, pero con ellos no llegaron suministros para ser repartidos del otro lado de la cerca.
Moise Desir, uno de los guardias de seguridad del palacio, comentó a Prensa Latina el desolador panorama que presencia cada día en la plaza.
"Todos esperan ayuda, muchos permanecen días enteros asidos a la cerca del palacio, en señal de que necesitan ayuda gubernamental, a pesar de que saben que todo esto está destruido", manifestó el agente.
Otro centinela, Vital Pie Desses, manifestó que no se encontraba de turno cuando aterrizaron los helicópteros, no obstante consideró que debieron traer alimentos, pues "bien saben la situación que se vive a unos metros de las ruinas de la casa de gobierno".
Según divulgaron medios noticiosos, el 15 de enero el portaaviones Carl Vinson llegó a las costas de Puerto Príncipe con un cartel de ayuda humanitaria, cual si Estados Unidos no dispusiera de otras naves de gran porte para transportar cargas de envergadura.
Sus pasos fueron seguidos por otros buques de guerra, el Underwood y el Normandy, con capacidad para el lanzamiento de cohetes cruceros, incluso el portahelicópteros Bataan.
Aproximadamente dos mil efectivos de la Segunda División de Infantería de Marina, con sede en Camp Lejeune, y unos tres mil de la élite 82 División Aerotransportada también viajaron a Haití dos días después del movimiento telúrico.
El abultado expediente de esta unidad incluye experiencias en invasiones a países pequeños, como a la isla de Granada en 1983, de ahí el mal sabor que generan entre muchos haitianos sus despliegues en esta maltrecha tierra.